Vamos a resucitar este apartado que abrimos hace tiempo, y que, cosas de la vida y del tiempo, no tuvo la oportunidad de crecer. En Recuerdos del pasado se hará un análisis más o menos profundo de ciertos videojuegos que no son precisamente los últimos del mercado, sino que son precisamente lo contrario, los más antiguos, los que, aun teniendo malos gráficos, malos montajes o malas condiciones, siguen siendo buenos juegos, y siguen atrayendo a jugadores.
En este segundo capítulo vamos a hablar de Metal Gear Solid, el primero de la saga para PlayStation, que realmente es el tercero de la saga Metal Gear. Una producción de Hideo Kojima, distribuida por Konami, que consiste en la misión de detener un ataque nuclear que va a llevarse a cabo en veinticuatro horas a manos de FOXHOUND. Solid Snake, protagonista de la historia, tendrá que infiltrarse en la isla de Shadow Moses de Alaska y detener el ataque nuclear. Del otro lado está Liquid Snake, hermano gemelo del protagonista.
Si bien podemos decir que ya, comparado con los videojuegos actuales –sin ir más lejos, con Metal Gear 4 para PS3–, se queda corto de gráficos, como jugador, más pasivo que activo, de videoconsolas, y fan de cierto estilo de videojuegos, puedo afirmar que la historia es una delicia, que la acción es perfecta, y que los diálogos son bastante completos. No hay tantos juegos en el mercado que sepan mezclar la vida real con la ficción, como hacen en este videojuego. No hay tantas producciones que filtren tan bien la realidad, por ejemplo, en las armas que utilizan, todas verdaderas, y en la capacidad de resfriarse si coge demasiado frío bajo el agua. Esto último no recuerdo exactamente si es en el videojuego del que hablamos o es en otro de la saga, puesto que hace tiempo que no juego a este videojuego.
Por otra parte, la hermosa historia de amor entre Meryl y Solid Snake, humana hasta los huesos, da un toque de alivio a la trama de guerra que, por lo general, tiene la historia.
Pero, con todo, lo que más me gusta de este juego son las largas conversaciones, la profundidad psicológica de los personajes, la tristeza de los dos tipos de finales. Siempre, desde pequeño, me encantaron los diálogos de este videojuego, nunca encontré un juego que ganara en calidad a éste en lo que se refiere exclusivamente a diálogos. Sólo había una saga de videojuegos, y la hay, en la que los diálogos me parecen más ingeniosos: Final Fantasy, pero como los personajes no hablan entre sí, al menos hasta el X-2 –que hablan en inglés–, que son los que yo he visto, no puedo incluirla en esta comparación. Los personajes de Final Fantasy sólo escupen bocadillos con los diálogos escritos, y, aunque yo mismo sea buen lector de libros largos, apetece más escuchar las conversaciones que leerlas durante horas y horas de juego.
Hace poco, la vida me dio la oportunidad de volver a jugar a este juego, pero yo no hice más que rechazarla por falta de ganas. Prefería hacer otras cosas. Pero estoy seguro de que, en no mucho tiempo, retomaré mis vidas pasadas y encenderé de nuevo la videoconsola para adentrarme en el maravilloso mundo de Solid Snake.