Análisis: Mirror’s Edge

MIRROR´S EDGE

En un fin de año repleto de títulos de altísima calidad, muchos consideraron a Mirror’s Edge como el juego del momento. Esto fue así no sólo por la enorme calidad de este nuevo proyecto de Digital Illusions, sino por el hecho de haber creado un concepto totalmente novedoso, que supo dividir al público y a la crítica por igual. Veamos.

Para comenzar hay que decir que  Mirror’s Edge tiene algo especial. Y es que a pesar de algunas fallas dentro de todo lógicas, estamos en presencia de una pequeña obra de arte, de esas que logran hacer del mundo de los videojuegos algo más que un simple entretenimiento.

Para entender de qué se trata este título primero hay que recorrer rápidamente el argumento que servirá de hilo conductor durante la aventura. En una ciudad dominada por un sistema de gobierno totalitario, comienzan a surgir unos grupos revolucionarios con el objetivo de brindar una nueva alternativa.

Pero en este contexto, el Estado controla las telecomunicaciones, por lo que todo medio electrónico se encuentra censurado por los gobernantes de turno. Es por eso que un grupo de informantes se dedica a transmitir todo tipo de información en persona, utilizando para eso unas fantásticas habilidades físicas, pudiendo trepar edificios o esquivar tiroteos sin mayores inconvenientes.

Nosotros deberemos asumir el papel de Faith (personaje principal del juego), una informante que deberá tomar un rol fundamental en el destino de la ciudad, luego del asesinato de uno de los principales líderes revolucionarios. 

 

(Continuará).

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